Si hay un elemento que siempre está presente cuando hablamos de higiene bucal, este es el flúor. Tanto en los dentífricos como en los colutórios es un elemento que se incluye casi de manera indiscriminada.
El problema es que la falta de información al respecto lleva a muchas personas a desconocer los efectos reales, comprobables y perjudiciales, que este puede tener para la salud de las personas. De ahí la importancia de conocer todo lo que es esconde tras este gran desconocido.
Ya desde su propia definición debemos desconfiar de este elemento químico. Y es que, en esencia, es un gas perteneciente al grupo de los halógenos que tiene un olor desagradable, un color amarillo verdoso y que, además, está considerado como venenoso.
Lo cierto es que, dentro de la industria bucodental, el flúor se presenta como una solución a muchos de los problemas más comunes que todos padecemos como pueda ser la caries. Sin embargo, la realidad es bien distinta si atendemos a las evidencias científicas que existen actualmente.
El uso de este elemento químico en dentífricos, a medio plazo, puede provocar desórdenes en el sistema nervioso central en adultos. Su acumulación podría ser la responsable de que la síntesis de neurotransmisores no se llevase a cabo de la manera correcta. Esto, según la Universidad de Guadalajara, puede ocasionar una progresiva degeneración neuronal.
Otro problema que nos encontramos con el uso del flúor es que se lleva a cabo de manera excesiva. Esto da lugar a lo que se conoce como fluorosis dental. Este es un proceso a partir del cual en el esmalte de la pieza dental pueden aparecer manchas amarillas o marrones. Asimismo, se ha comprobado que un exceso en su uso, puede hacer que el esmalte resulte más quebradizo llegando a aparecer pequeñas estrías y fisuras.
Por otro lado tenemos que ser conscientes de que este gas halógeno es altamente perjudicial para el sistema digestivo. De hecho, con el paso del tiempo, la presencia de flúor en el interior de nuestro estómago terminará por irritar las paredes del mismo pudiendo llegar a provocar vómitos, diarrea y dolores que pueden prolongarse en el tiempo. No en vano estamos hablando de una sustancia tóxica.
¿Y si, además, dijésemos que la presencia de este elemento en los dentífricos, afecta al desarrollo cognitivo de los más pequeños de la casa? Esto es una realidad que ha podido estudiar muy de cerca la Universidad de Harvard. Y es que, si al flúor presente en el agua, añadimos una mayor cantidad a la rutina diaria de nuestros hijos y nuestras hojas, a través del cepillado, a medio plazo se pueden dar casos de dificultades en el aprendizaje así como problemas de concentración.
Unos problemas los vistos aquí que hace que la mejor alternativa sea adquirir dentífricos carentes de flúor. No solo se ha comprobado todo lo que ya hemos mencionado sino que se sabe, con todo lujo de detalles, que no ayudan a realizar una limpieza más profunda que la que
pueda llevar a cabo una pasta de dientes sin este elemento químico. Quizá por ello, se puede comprobar que algunos países como Estados Unidos están reduciendo su consumo.